Friday, February 14, 2014

 

Buen viaje, papá.

Ayer se fue mi padre y como sé que le gustaba el blog y siempre me decía que por qué ya no escribía, aquí va una entrada en plan homenaje. Quien sabe, lo mismo la lee y le hace ilusión.

Yo a mi padre le admiraba mucho porque de vez en cuando nos recordaba que él era el hijo pequeño de la familia pobre del pueblo más pequeño de La Rioja. Vamos, que menos mal que no había Google Maps en la postguerra, porque si no, el zoom para llegar a él hubiera sido demoledor. Coges la bola del mundo, buscas España, de ahí te vas a La Rioja, foco en Herramélluri, buscas la familia pobre, y una vez localizada, el hermano pequeño.

Y claro, era el más listo de todos. Me imagino que no le quedaba otra. Así que en una de estas que los curas iban pasando por los pueblos en busca de los listos que no podían estudiar, le llevaron a un colegio y acabó siendo profesor. 

De ahí a conocer a mamá y venirte a Bilbao me faltan algunos años, por ahí debe haber alguna caja con cartas de amor que supongo explicarán más cosas, pero no las leeremos en profundidad, no te preocupes.

Me hubiera encantado verte en el Bilbao industrial de los 70, trabajando con Vittorio, mi padrino. One club man, como dicen los ingleses de los futbolistas que juegan toda su vida en el mismo equipo. Toda la vida dedicada a levantar tu empresa. Ya le metías horas, ya. De esos años me acuerdo mucho cuando me levantaba y te veía leer  a las 7 de la mañana aquellos libros de "lo que nunca te enseñarán en Harvard" y "cómo hablar en público".Los tenías todos.Y los que hicieran falta. "Para comprar libros, pídeme lo que haga falta", siempre decías. Como ves, caló el mensaje y te lo agradezco. Por aquellos tiempos, para mí había 3 personas importantes en el mundo: Felipe González, Ronald Reagan y mi padre.

Lo que nunca me hizo mucha gracia, y ya ves que no tengo problema en sacarlo sin que puedas defenderte, es que no vinieras a verme jugar los partidos con mi equipo de baloncesto. Vale que no éramos los Lakers de Pat Riley y sí, los sábados de diciembre que jugábamos a las 8:00 de la mañana en Durango no era el mejor plan, pero hombre, qué sé yo, algún partido soleado también tocaba... Pero bueno, no pasa nada, que el tiempo me ha hecho padre y a toro pasado te digo con franqueza que, si un sábado me pudiera escaquear de los temas familiares un par de horas, yo también lo haría. 

Me llevabas mucho a San Mamés. Ahí sí que estuviste afinado.Los recuerdos de aquellos partidos están difuminados, pero imborrables, no pueden ser mejores. Qué ilusión te hizo que los contara en el relato publicado del libro de homenaje a San Mamés.Claro que sí.Ahí se quedan para siempre.Luego me tocó a mí llevarte al Bernabeu, que también tenías tu ramalazo madridista. Cómo te impresionó, siempre me acordaré de ese día.

Luego vinieron los años duros en los que no te hacía ninguna gracia que estudiara publicidad. Menuda matraca con que estudiara otra cosa, compañero. No pasa nada, aunque la etapa aquella en la que me dejabas recortes para que estudiara Informática no ha cicatrizado todavía. Desde el cariño, menos mal que no te hice caso.

Después llegaron mis años de Pamplona, los de Madrid, y sé que te hacía ilusión ver contento a tu pequeño.Ya eras abuelo y estabas a punto de jubilarte.Eras feliz en tu estudio, tu lugar en el mundo, tu terraza con 200 plantas en la que podías pasar horas y horas. A ver qué hacemos con ellas ahora, menudo marrón nos dejas. Supongo que se irán contigo, se marchitarán de pena. No esperes que las hablemos como tú lo hacías. 

Luego nacieron mis hijas, tus nietas pequeñas. No sé si te recordarán, espero que sí. A la nueva no la vas a conocer, aunque me dijiste el otro día que ya visualizabas a las 3 juntas.Ahora las fotos y vídeos que tienes con ellas serán el mejor recuerdo. Aitana encontró el otro día el móvil de juguete que le regalaste, así que si te llama algún día, síguele la corriente.

Y llegó el día en que empezaste a sentirte mal, y ahí dejaste de ser tú. Pero este párrafo mejor no lo escribo, y así nos acordamos de todo lo que nos enseñaste, de tu generosidad, de tu carisma, de esos detalles intangibles que te hacían diferente, de esas cosas que se tienen o no se tienen, y tú, las tenías. Vaya si las tenías.

Buen viaje, papá. Estos días están siendo duros, aunque la gente nos transmite el cariño que te tenía y eso lo hace más llevadero.

Un abrazo y gracias por todo.
Carlos.



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