Monday, March 31, 2014

 

When saturday comes


Hace unas semanas, mi amigo Pedro me envió esta imagen por whatsapp.


Sabía que no estaba pasando mis mejores días, y que el fútbol siempre ayuda. Nos entendemos rápido, así que le contesté con un par de pantallazos de Easyjet y nos plantamos en Londres en un ti-ta. Era uno de los objetivos del año, ir a ver un partido al extranjero, habíamos hablado de Turín, de Munich, y al final, salió Londres.

La parafernalia para conseguir entradas siempre mola. Es un trabajo de zapa, de pensar de manera colateral, y en eso Pedro es un maestro. Sin darte cuenta, te plantas a las 10 de la mañana en el hotel del Chelsea para recogerlas. Y ahí empiezas a vivir el partido. 






Caminata agradable hasta Stamford Bridge, campo mítico, en medio del barrio, con sabor a club centenario. Paradita en la tienda, que siempre nos gusta ver los últimos gritos en merchandising futbolero.  Qué me decís de estas caretas de Mou?

Me llamó mucho la atención otra cosa. Recientemente Frank Lampard marcó su gol número 203 con el Chelsea, batiendo el record histórico del club que tenía Bobby Tambling, y han editado un libro con fotos de cada uno de los 203 goles. Pero, ojo, que hay una edición espectacular de 203 ejemplares, numerada y firmada por el mismo Lampard, que cuesta 350 libras del ala. 

Tuvimos suerte con el partido. Un 6-0 del Chelsea al Arsenal no se ve todos los días, y más aún, en el partido número 1.000 como entrenador de Arsene Wenger. Además, vivimos el partido desde una posición privilegiada, detrás del banquillo del Arsenal, con el morbo añadido de ver desde muy cerca el saludo -por llamarlo de alguna manera-, de Mou a Wenger, enemigos irreconciliables.  




Me llamaron la atención muchas cosas, y una especialmente: la veneración que la afición del Chelsea siente por Mourinho. Impresionante. Cánticos constantes y ánimo absoluto. No me extraña que se cansara rápido de lo que vivió por aquí. 

Partido intenso, gol rápido de Eto'o, 3-0 al minuto 20 y un Chelsea arrollador. Partidazo de Azpilicueta, buenas maneras de Torres y mal día para Mikel Arteta y Santi Cazorla. 

Salimos del partido y teníamos otro objetivo claro: cruzarnos Londres e ir a The Valley para ver el Charlton Athletic-Burnley, de segunda división. Si vamos a Londres para ver fútbol, vemos fútbol. Buenos somos para esto. Vimos desde el palco la segunda parte, y después del partido, tuvimos la suerte de que el director de marketing del Charlton nos explicara muchas cosas del club. Una gozada.

La charla me sirvió para entender muchas cosas de lo que se entiende por un Club de fútbol en Inglaterra. La gente va al club a pasar el día, come allí, ve el partido y después de un 0-3, se queda en el campo a tomar algo con la familia y ver otros partidos por la tele, mientras esperan la designación del "man of the match". 

El sábado le tocó a Diego Poyet, la estrella del equipo, hijo de su padre, que después del partido sabe que tiene que salir a una sala donde le espera parte de la afición para, en un ambiente tranquilo,  poder cambiar impresiones con los hinchas, que le hacen preguntas, le sacan fotos y firma todo lo que le pidan. Después de los aficionados, turno para los patrocinadores. El de marketing nos explicaba como los jugadores entienden que se deben al aficionado y la importancia de los patrocinadores.

Mientras veía todo aquello, no dejaba de pensar en la autenticidad que se percibía en ambos campos, en el apoyo incondicional de la afición, y en la suerte de poder vivir un día así. 

Ya estamos pensando en el siguiente. Gracias amigo, una gozada.



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