Sunday, September 28, 2008

 

intrépidos


La semana pasada leí una noticia que me encantó: un tipo llamado Robin Goldstein -Premio Adversario de la temporada-, observen en la foto esa sonrisa de que la está preparando...- se inventó un restaurante ficticio en Milán -L'Osteria L'Intrepido- y envió su ficticia carta de vinos a un concurso gastronómico convocado por la prestigiosa revista -esperemos que hasta ahora- Wine Spectator.

Total que el tío pagó los 250$ de la inscripción y en la lista incluía algunos vinos considerados excelentes por la revista, pero la lista reservada de vinos de lujo estaba compuesta por los vinos peor valorados por la revista en los últimos 20 años.

Hasta aquí, la historia mola, pero el bueno de Robin pasó al nivel 2.0 de genialidad y se curró un plan en google en el que el restaurante inexistente estaba bien valorado, e incluso, un contestador automático que daba verosimilitud a L'Osteria L'Intrepido -excelente naming, por cierto-.

Total, que la revista ha premiado al restaurante y a su excelente carta de vinos.

Y por supuesto, ahora ha editado un libro en el que recomienda 100 vinos excelentes por menos de 10 euros. Idolo máximo.Su blog, aquí.

Engancho esta noticia porque este es mi blog y me lo puedo permitir con un artículo del cineasta Borja Cobeaga,
Festivaleando, en el que con una naturalidad pasmosa analiza los motivos por los que en el festival de cine de San Sebastián, la gente hacía unas colas increíbles para ver películas que se estrenan en salas esta semana y que -fuera del contexto festivalero- no debiera haber problemas para verlas sin colas y sin molestas salas llenas-, y todavía mejor/peor, ver cómo nos hemos levantado a las 9.oo de la mañana una peli iraní que si se estrenara la semana que viene y el visionado fuera gratuito no la iríamos a ver ni de coña.

Continuamos con el admirado artista Damien Hirst, del cual se subastó un lote de obras la semana pasada en la prestigiosa galería Sotheby´s de Londres.

Por una de sus obras más famosas, el becerro de oro, se pagaron 13,03 millones de euros y ahora resulta que amigos y socios del artista pujaron para subir el precio de las obras, que me imagino que será una práctica habitual pero no deja de ser descojonante el nivel de pardillismo al que estamos expuestos.

Así cierro mi tesina-denuncia: "Dejemos de hacer el canelo"




Comments:
Bueno, todo bien, pero esto lo llevan haciendo los representantes de futbolistas toda la vida. Recordemos que Diarra costó 26 millones de euros. Y les digo a ustedes que un día Schuster saca a Chendo de mediocentro y nadie nota la diferencia.
 
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